La rentabilidad en la tecnología de vídeo
Josua Braun, director de Marketing de Dallmeier Electronic, explica cómo la tecnología de vídeo ha dejado de ser un simple elemento de coste para convertirse en una actividad empresarial exitosa y de nuevos campos de negocio.
El mercado de tecnología de videoseguridad se encuentra en constante proceso de cambio. Hoy, los valores añadidos, más allá de la mera captación de imagen, están en el foco de atención del sector. Incluyen, entre otros, las tecnologías de análisis basadas en visión artificial, con las que los usuarios pueden optimizar tanto temas de seguridad como procesos empresariales.
Cada vez más, la tecnología de vídeo deja de ser un simple elemento de coste para convertirse en un business enabler, es decir, el precursor de una actividad empresarial exitosa y de nuevos campos de negocio.
Con ello, también entran en el centro de reflexión los costes totales para el funcionamiento de un sistema. Por esa razón, una empresa bien aconsejada mantendrá a la vista el coste total de propiedad (total cost of ownership – TCO) y no se dejará distraer por componentes individuales de, aparentemente, bajos precios.
TCO y la economía de escala ‘cámara’
No importa si es en la vida privada o en el ámbito de B2B, en todas partes es aplicable la máxima: sólo porque un producto sea barato, su uso no tiene obligatoriamente que ser también rentable.
Un análisis del TCO ayuda a considerar el ciclo de vida de una solución de videoseguridad en su integridad, incluyendo los costes de planificación, instalación y operación de todos los componentes involucrados.
Muchos usuarios constatan asombrados que el número de cámaras necesarias no sólo repercute en los gastos de adquisición de los componentes individuales como tal, sino que arrastran una serie de costes derivados.
Cada solución de videoseguridad es diferente. En el caso de la vigilancia interior de una nave logística, por ejemplo, se producen exigencias completamente distintas a las que se dan en la protección perimetral. No obstante, a pesar de la inmensa cantidad de posibilidades, aparecen una y otra vez los mismos requerimientos: hay que vigilar superficies o distancias y, según la aplicación, con una resolución determinada de la que no se debe quedar por debajo.
Esta densidad de resolución está definida en la norma DIN EN 62676-4, válida a nivel mundial. Por ejemplo, se requieren 250 píxeles por metro (px/m) para la identificación de personas desconocidas; sin embargo, bastan por lo general con 62,5 px/m para la clasificación de objetos, como vehículos.
El valioso recurso de la ‘resolución’
Las cámaras PTZ, megapíxel y también multisensor están ante un reto: en la mayoría de los casos, estos dos últimos modelos ofrecen (haciendo zoom o no) una resolución de detalle admitida ante los tribunales en las zonas intermedias y posteriores de la imagen, o han de ser montadas en tal cantidad que resulta una solución poco económica.
En el caso de las cámaras PTZ, el operador pierde la vista general de la escena completa, ya que se suele concentrar en un encuadre individual. Además, este tipo de dispositivos sólo son razonables en la observación en vivo.
De forma similar se desarrolla la problemática en caso de aplicaciones de análisis: como los sistemas megapíxel o multisensor pierden enormemente resolución en la profundidad, el resultado de cada análisis es una calidad de datos extremadamente heterogénea para las diferentes áreas de un espacio.
Por definición, los sistemas PTZ no son aptos para el análisis porque están continuamente en movimiento y captan zonas siempre cambiantes del espacio de objeto. Conforme al principio de procesamiento de datos garbage in – garbage out (basura dentro – basura fuera), el análisis de una imagen de vídeo sólo es tan bueno como la calidad de los datos de entrada.
Para realizar un análisis de vídeo significativo, el criterio esencial es una resolución mínima igual por todo el espacio de objeto que, en caso ideal, es definible ya durante la planificación y adaptada individualmente a la correspondiente aplicación.
Menos cámaras implica menor coste
Los sistemas de sensores multifocales (MFS) abordan por primera vez el dilema óptico de la resolución que se reduce en la profundidad o distancia, combinando varios sensores con objetivos de diferentes distancias focales y posibilitando así una captación de alta resolución de todo el espacio de objeto, zonas posteriores de la imagen incluidas.
Un número mínimo de sistemas de cámara garantiza la requerida densidad de resolución mínima continua, incluso en superficies grandes o distancias largas. De este modo, la tecnología MFS crea las bases para una videovigilancia u observación eficaz y resultados de análisis fiables.
Los 8.800 m2 de la Gran Plaza peatonal (Domplatte) de la ciudad alemana de Colonia, por ejemplo, se captan con sólo ocho sistemas de cámara en una resolución admitida ante los tribunales. Lo mismo ocurre en zonas exteriores de empresas de logística.
Dependiendo del campo de aplicación, un único sistema de sensores multifocal sustituye hasta veinticuatro cámaras individuales. Menos sistemas significan también menos infraestructura (como cables y postes), menos tiempo de montaje o trabajos de excavación. Otro efecto económico es se requieren menos monitores para la monitorización.
Partiendo de los valores habituales -un operador bien formado para un máximo de seis a ocho pantallas a la vez- es fácil reconocer el potencial de ahorro en los gastos operativos o una calidad de vigilancia notablemente mejorada.
Gracias a la vista general considerablemente mejor debido a la tecnología de sensores multifocal, un trabajado de seguridad puede mantener cómodamente un ojo incluso sobre contextos más grandes. La cantidad de cámaras tiene, junto a los gastos de infraestructura y personal, también impacto sobre otros numerosos bloques de costes como pueden ser soporte y mantenimiento.
Plataforma de software
Pero no sólo la cuantía de los costes de adquisición y mantenimiento del hardware condicionan la rentabilidad de un sistema de videoseguridad. También el software contribuye de una forma decisiva. Los sistemas modulares y enfoques de plataforma facilitan al cliente licenciar aquellos componentes que necesita, pero que son tan abiertos y extensibles que, en caso de que cambien los requerimientos, pueden ser ampliados adecuadamente.
Módulos de solución para sectores específicos optimizan el uso de la correspondiente plataforma de software. Las posibilidades en el sector de logística, por ejemplo, abarcan desde una medición automática sin retardo, pasando por la disminución de falsas alarmas en el perímetro mediante clasificación de objetos basada en IA, hasta opciones de análisis como conteo de personas, vehículos y plazas de aparcamientos o detección de intrusión, cruce de línea o merodeo y más.
Los buenos sistemas disponen además de otros elementos, como mapas con ‘objetos activos’ o funciones para el procesamiento efectivo de los datos registrados para, por ejemplo, una gestión de daños eficiente.
Frecuentemente son útiles interfaces con todos los sistemas importantes para seguridad e inmótica, tales como controles de acceso, sistemas de alarma contra incendios o intrusión. Independientemente de su aplicación, los sistemas de gestión de vídeo modulares apoyan así el funcionamiento rentable de la tecnología de videoseguridad.
¿Protección de datos como factor para la rentabilidad?
La protección de datos y la seguridad de datos son un factor esencial para la rentabilidad, y no sólo de sistemas de videoseguridad. En la actualidad, las sanciones por infracciones del RGPD son sensibles, por no citar los costes por pérdida de datos y espionaje industrial.
Como cualquier otro sistema interconectado, los sistemas de videoseguridad modernos también son puertas de entrada potenciales y han de ser protegidos de forma adecuada. Por esa razón, las personas que toman las decisiones harán bien en considerar los principios de Privacidad y seguridad por diseño que están en el RGPD.
No menos importante es el país de origen y la producción de un fabricante: independientemente de si se mira si hay ‘puertas traseras’ construidas de manera accidental o intencionada; si el control de calidad es transparente, si hay profundidad de desarrollo y fabricación o si se evita interferencias políticas. Así se puede volver a dar al sello Made in Germany o, al menos, Made in Europe mayor importancia.
Objetivos de seguridad y negocio
Aunque tecnologías alternativas como los sistemas de sensores multifocales parecen, en un primer momento algo más caros, es posible emplearlos con costes de infraestructura y operación muchas veces notablemente inferiores y ayudan a sus usuarios a alcanzar mejor los objetivos de seguridad y de negocio.
Por tanto, también en el mercado de videovigilancia vale la pena, en vez de hacerle al fabricante o instalador la famosa pregunta de cuál es el precio de la cámara, recalcular con exactitud y, sobre todo, no perder de vista el objetivo a lograr.
También en el sector de videoseguridad tiene vigor la máxima: “¡Quien compra barato, compra dos veces!”, o en términos económicos: el resultado o el rendimiento dividido por el esfuerzo o el precio tiene como resultado la rentabilidad del sistema.
Josua Braun
Director de Marketing de Dallmeier Electronic
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